domingo, 10 de octubre de 2010

Carta de Evaristo Madero a Porfirio Díaz. Tema: Para vindicarnos de las intrigas de nuestros enemigos.

Carta de Evaristo Madero a Porfirio Díaz. Tema: Para vindicarnos de las intrigas de nuestros enemigos.
México, diciembre 27 de 1910.

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Señor Presidente de la República:

Mi hermano Salvador tuvo el gusto, en días pasados, de entregar á Ud. una carta de mi padre D. Evaristo Madero, y hoy me es satisfactorio hacerle á Ud. entrega de una segunda carta.

Mi Sr. padre me suplicó manifestara á Ud. su pena al no serle posible venir á visitar á Ud. en este momento, debido á trastornos que ha tenido en su salud; pero será muy grato para él venir aquí durante el mes de enero, si Ud. se sirve recibirlo.

Por mi parte, tengo que agradecer á Ud. esta oportunidad que Ud. nos ofrece para escucharnos, y que nos permite sincerarnos ante Ud. y hacerle ver la atmósfera malsana en que nuestros enemigos pretenden colocarnos, señalándonos como instigadores y sostenedores de la sedición.

Si no hemos solicitado antes de esta fecha una audiencia de Ud. Sr. Presidente, para vindicarnos de las intrigas de nuestros enemigos, ha sido por no molestarlo, y sobre todo, porque considerábamos al Supremo Gobierno perfectamente informado de nuestra conducta y de nuestro modo de ser, por los Jefes Superiores que residen en el Norte de la República, como el Sr. Gral Gerónimo Treviño, como el Sr. Gen. José María Mier, como el Sr. Lic. Jesús J. del Valle, Gobernador de Coahuila, y en general, por todas las personas sensatas de la Frontera.

Ellas, mejor que nosotros mismos, pueden decir á Ud. los diversos intereses y negocios que manejamos, y los cuales sólo pueden desarrollarse al amparo del orden y de la paz.

En todos los tonos hemos dicho y hecho publicar por la prensa, tanto mi padre D. Evaristo como yo, que nunca hemos simpatizado con los trabajos políticos de mi sobrino D. Francisco Madero hijo, y que hemos reprobado enérgicamente su actitud reciente.

Nadie puede negar que somos los primeros en respetar el orden establecido y que ayudamos al Gobierno con lealtad y buena fe.

De nuestro propio peculio hemos sostenido una fuerza de 20 hombres en la Ciudad de Parras, que pusimos a disposición del Sr. Alcalde 1°, y en las minas de carbón de la Rosita, nos apresuramos igualmente en poner 25 hombres armados y montados á disposición del Presidente Municipal de San Juan de Sabinas.

Sobre ésto podrá atestiguar el Sr. Gobernador de Coahuila, á quien se ha dado cuenta de todo.

Recientemente nos ha parecido que Ud., Sr. Presidente, había cambiado de opinión respecto de nosotros, y hemos venido á comprenderlo, al recibir la visita del nuevo Interventor interino del Banco de Nuevo León, Sr. Javier Larrea, quien nos expuso las instrucciones que traía de Ud., de cortar todas las cuentas nuestras, exigiendo que fueran pagadas.

No solamente se refiere el Sr. Larrea á las cuentas de la familia Madero, sino á todas las cuentas de las negociaciones en que, directa ó indirectamente, estamos interesados.

Naturalmente que en vista de estas instrucciones al Banco de Nuevo León y también al Banco Mercantil de Monterrey, y supongo yo á otros Bancos, no cabe duda ninguna sobre las intenciones del Gobierno, demostrándose igualmente, que desean tratarnos como enemigos.

Como los temores que tiene el Gobierno respecto de nosotros son graves, y nos lastiman en alto grado, deseamos apresurarnos á demostrar á Ud. que las sospechas no tienen fundamento ninguno y son propaladas por nuestros enemigos gratuitos.

Principiando por el Banco de Nuevo León, hemos tenido el gusto de dar al Sr. Larrea todos los informes que ha solicitado, lo hemos impuesto de toda la marcha de los negocios, se le ha explicado la procedencia de las cuentas y se le ha demostrado el tiempo que tienen de abiertas, que todas datan desde hace varios años.

Se le ha hecho observar la baja que ha tenido la cartera del Banco de Nuevo León desde el año pasado y también desde la visita que nos hizo el S. Martínez Sobral en el mes de noviembre último.

Nos manifestó el Sr. Larrea el deseo del Gobierno de que no se diera un centavo más á ninguna de nuestras cuentas, y con gusto accedimos á ello.

Nos indicó que deseaba Ud. que se fueran saldando los documentos nuestros que estén por vencer, al llegarse el plazo, y se accedió á ello.

Nos manifestó que deseaba Ud. que se cobraran por delante las cuentas de Francisco I. Madero y de Gustavo Madero, así como de los negocios de ellos, á lo cual no pusimos reparo.

Precisamente el día 22 del actual vencieron documentos de la Compañía Ganadera de la Merced y de Francisco I. Madero y Hno., por $ 95,000.00, que estaban garantizados con prenda, y desde el día siguiente del vencimiento, se procedió en la forma legal para rematar las prendas.

En fin, Señor, aunque el Banco de Nuevo León reciba perjuicio al cobrar esas cuentas, estamos dispuestos á sufrirlo por complacer al Gobierno.

Nos manifestó igualmente el Sr. Larrea, que á su vencimiento cobráramos los créditos del Sr. Lorenzo González Treviño y que se cerrara la cuenta corriente que llevamos á la Compañía de Terrenos y Ganados de San Diego, y sobre ésto le hicimos presente, que dadas las condiciones en que se encuentra dicho Sr., sería casi imposible hacerlo; pero si el Gobierno lo desea, también le pasaremos aviso, aunque estábamos en la creencia de que este señor merecía las consideraciones del Gobierno, quien lo había ayudado grandemente, extrañándonos que le retirara su protección.

Por lo que toca á las cuentas corrientes nuestras, y digo nuestras las de mis hermanos, mi padre D. Evaristo y los negocios en que estamos interesados, como la Compañía Carbonífera de Sabinas, la Compañía Metalúrgica de Torreón, los Molinos de Harina, las Compañías explotadoras de Guayule, etc., etc., le ofrecimos cubrirlas al Sr. Larrea en el curso del año de 1911.

Es generalmente una buena práctica bancaria, la de cobrar los documentos procedentes de préstamos; pero en las condiciones actuales, y hoy por hoy, llevan gran riesgo los Bancos de quedarse con su dinero, y está en su interés colocarlo con las mejores garantías y seguridades, á la vez que sean cobrables los préstamos cuando se necesiten.

Esto es, precisamente, lo que ha hecho el Banco de Nuevo León, y á excepción de algunas cuentas grandes inmovilizadas, de las cuales tiene conocimiento el Gobierno desde hace muchos años, por lo general los préstamos á los miembros de la familia Madero se han hecho bajo las anteriores consideraciones, y en su mayor parte está disponible el dinero á sus vencimientos.

Pero si el mejor Banco, en caso de pánico y falta de confianza, se vería muy comprometido para pagar sus depósitos, con más razón un particular o grupo de particulares que han pedido el dinero, no para tenerlo en caja, sino para invertirlo en operaciones que tardan mayor o menor tiempo para liquidarse, y si el Gobierno se propone insistir con los diversos Bancos de la República para que se llamen todas las cuentas de la familia Madero y de los negocios en que indirectamente intervienen, es casi seguro que sería imposible realizar suficientes valores para hacer frente á esos pagos, sembrando la desconfianza en todas partes.

Habría tal vez razón de proceder así, si de las investigaciones que se practicaran se viniera en conocimiento de que alguna ayuda ha salido para los movimientos sediciosos que desgraciadamente han aparecido en partes remotas del país; pero ¿proceder de ese modo sólo por sospecha? No creemos que se registraría un paralelo semejante.

No hay que olvidar, Sr. Presidente, que al proceder de esa manera y al causar la ruina de tantas negociaciones prósperas, quedarían sin ocupación más de 10,000 obreros que á su vez dan el sustento á 40 ó 50,000 almas; y no solamente se resentirían los negocios en los cuales estamos interesados, sino la desconfianza que resultaría con esta determinación del Gobierno, sería tan grande, que por mucho tiempo se detendría el desarrollo de la parte Norte de la República.

Para demostrar á Ud., Sr. Presidente, que ni un sólo centavo ha salido de nuestros negocios diversos para estos movimientos revolucionarios, hemos ofrecido á Ud., y estamos dispuestos á enseñar á un representante de Ud., nuestros libros de contabilidad, nuestra correspondencia, nuestro archivo, y en fin, todo lo que juzgue necesario investigar, no solamente en el Banco de Nuevo León, sino en todos los negocios de mi padre D. Evaristo Madero, de mi casa Ernesto Madero y Hnos., de la Cía. Carbonífera de Sabinas, Compañía Metalúrgica de Torreón, Molinos de Cilindros de Monterrey, Molinos del Fénix, Compañía Explotadora Coahuilense (Fábrica de Guayule en Parras), Salvador Madero y Cía., Cía. Industrial de Parras, etc., etc., que dependen de nosotros.

Voy a permitirme indicar á Ud., Sr. Presidente, en qué hemos invertido en estos dos últimos años, las utilidades que han producido nuestros negocios:

Hemos aumentado el capital social de la Compañía Industrial de Parras, en un millón de pesos, para completar tres millones, y se están instalando actualmente, el completo para 800 telares, así como nueva maquinaria para estampe y acabado de géneros.

En la Compañía Carbonífera de Sabinas hemos levantado en el curso del año pasado, una instalación de hornos de coke Belgas, se han abierto nuevos tiros de explotación, se han construido grandes lavadoras para el carbón y se ha desarrollado ese negocio al grado de que es ahora el primero en su género en la República, produciendo de treinta y cinco á cuarenta mil toneladas mensuales de carbón, y está para producir seis mil toneladas mensuales de coke.

Sólo este negocio da vida al pueblo de la Rosita, que cuenta con 6,000 almas, y se rayan ahí $120,000.00 mensuales.

El Sr. Director del Instituto Geológico, D. José Aguilera, acaba de practicar una visita á ese mineral en días pasados, para informar á un grupo de Banqueros franceses que se han interesado en lanzar en el mercado de París una emisión de bonos hipotecarios, y cuyo negocio estaba prácticamente terminado y listo para llevarse á cabo en noviembre pasado, si no hubieran ocurrido los trastornos desgraciados que han perjudicado tanto al país.

En la Compañía Metalúrgica de Torreón, se han instalado hornos y convertidores para cobre metálico, y no obstante las malas condiciones porque atraviesa la industria minera, se ha procurado colocar á ese negocio en situación de desempeñar el papel que le corresponde.

En el curso de los dos años pasados, se ha aumentado la capacidad en las fábricas de Guayule de Parras, San Tiburcio y se acabó de instalar la que teníamos en propiedades del Sr. don Antonio V. Hernández, al Norte de San Pedro, Coahuila.

Recientemente se han hecho compras de maquinaria para la hacienda de San Tiburcio á casas alemanas, que importa más de ciento cincuenta mil pesos.

Podemos decir que gracias á nuestros trabajos, esta industria guayulera no ha sido monopolizada por los americanos dueños de la Compañía Continental de Torreón.

En los últimos meses hemos organizado, en unión de otros capitalistas de la Frontera, la Compañía Harinera del Golfo, estando para terminarse la instalación de un gran molino para harinas y de grandes elevadores para trigo, en el Puerto de Tampico, y se ha empezado á construir un segundo molino en la Ciudad de Mérida, habiéndose ya recibido la maquinaria para su movimiento.

En la parte agrícola y ganadera de nuestras propiedades, se han construído grandes presas para regadío, en las cuales se han gastado más de $ 100,000.00.

Actualmente se están llevando á cabo obras de captación de aguas en la vecindad de Parras, Coahuila, perforando los cerros y haciendo túneles de más de 2,000 metros de longitud.

En la Frontera de Coahuila, en nuestros terrenos vecinos al Río Bravo, se ha mejorado la propiedad con estanques, cercas de alambre, etc., etc. y se han comprado más de 5,000 reses.

Por último, Sr., el mes pasado hemos ayudado á nuestro hermano político, D. Lorenzo González Treviño, con la suma de $ 450,000.00 para permitirle que terminara el desarrollo de las grandes obras que ha llevado á cabo en sus haciendas de San Carlos, cerca de Ciudad Porfirio Díaz, y teníamos arreglado con él un empréstito refaccionario de $300,000.00 para el año entrante, á fin de ayudarlo á levantar sus cosechas.

En fin, Señor, si algo se nos puede tachar en materia de negocios, es solamente el haber caminado demasiado aprisa, haciendo inversiones nuevas antes de pagar nuestras cuentas en los Bancos.

Pero precisamente, la existencia de esas cuentas en los Bancos, es la mejor garantía que el Gobierno puede tener de nosotros. Esa es una prueba convincente de nuestras buenas intenciones y propósitos.

¿Ud. cree, Sr. Presidente, que si fuéramos nosotros revolucionarios y amantes del desorden, hubiéramos invertido en estas diversas industrias en los dos últimos años, más de tres millones de pesos de nuevo capital?

Si Ud. se sirve reflexionar un momento,sobre lo que acabo de decirle, se formará Ud. juicio exacto de nuestras intenciones y de nuestro modo de ser.

Aunque me esté mal el decirlo, Sr. Presidente, somos de los pocos mexicanos que trabajan, que exponen su dinero en negocios, que desarrollan la riqueza del país y que no nos ocupamos de lo que hace el vecino.

¿Y Ud. considera justo, Sr. Presidente, que el Gobierno trate de arruinar negociaciones de esta índole, y que se premie de ese modo nuestro apego al trabajo y nuestra adhesión al orden, y todo por simples sospechas y por odio de nuestros enemigos?

A usted no se le oculta, Sr. Presidente, que á los que prosperan en sus negocios, á los que tienen éxito mayor o menor en sus empresas, no les faltan envidiosos que traten de denigrarlos.

Nosotros tenemos la conciencia de que no hemos hecho mal á nadie á sabiendas, y hemos visto con profunda tristeza, que á las personas á quienes hemos ayudado ayer, son las primeras que hoy vuelven en nuestra contra.

En otras partes de la República existen otros grupos financieros de grande importancia, y que descuellan por su amor al trabajo y por su reputación de hombres honrados.

Me refiero á la familia Terrazas en Chihuahua, y á la familia Molina en Yucatán.

Pues, bien, Señor, aunque todos estamos convencidos de que no hay mejores ciudadanos que ellos, tampoco les faltan enemigos en su propia tierra, que tienen envidia y aversión á sus negocios.

Me permito hacer esta comparación tan sólo para llamar la atención de Ud. sobre que los hombres de negocios siempre tienen grandes enemigos que aprovechan las oportunidades que se presentan para denigrarlos.

Si antes, durante la campaña política para el Gobierno del Estado de Coahuila, así como para la campaña Presidencial, no prestamos la más ligera ayuda al antirreeleccionismo, no sé cómo se puede llegar á pensar que ahora que han brotado estos movimientos antipatrióticos en la República, pudiéramos nosotros, que somos los que más necesitamos de la paz y del orden, contribuir á la sedición.

Señor Presidente, agradecemos a Ud. mucho la atención con que se ha servido escucharnos, y lo mismo que mi padre suplica á Ud. en esa carta que he tenido el gusto de entregarle, nosotros también suplicamos que nos quiten esa nota de sospechosos con que se quiere manchar á los que sólo nos dedicamos al trabajo honrado.

Si Ud. decide proseguir adelante con su investigación, repetimos que estamos dispuestos á poner á disposición de Ud. nuestros libros, correspondencia, nuestras actas privadas y hasta el testamento de mi padre D. Evaristo, á quien se ha querido imputar que ha dejado á Panchito Madero un millón de pesos (según nos informa el Sr. Larrea) y lo cual es tan insigne mentira como las demás que urden nuestros enemigos en nuestra contra.

Estoy cierto, Señor, que Ud. se convencerá pronto que entre todos sus amigos no hay personas más amantes de la paz, del orden y más apegados al trabajo, que nosotros mismos.

México, diciembre 27 de 1910.

Evaristo Madero
[Rúbrica]

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